Una supernova es un cuerpo celeste que se originó después de la explosión de una estrella cuya masa es aproximadamente 10 veces la masa del Sol.
En la formación de una supernova, todo el hidrógeno se consume y una determinada estrella experimenta un aumento repentino de su brillo, con variaciones que pueden alcanzar 19 magnitudes (alrededor de 100 veces más brillante que una nueva estrella ordinaria). El brillo causado por la explosión de una supernova puede tardar semanas o incluso meses en desaparecer. Las supernovas representan el comienzo de la fase final de la evolución de las estrellas de gran masa.
La explosión es el resultado de reacciones termonucleares incontroladas que ocurren dentro de estas estrellas, como resultado de las cuales la materia es liberada en el espacio a altas velocidades. En esta explosión, hasta el 90% de la estrella puede ser lanzada al espacio. La masa restante es en forma de una nube de gas en expansión (el resto de la supernova) y posiblemente un objeto estelar compacto, que puede ser una estrella de neutrones (que puede alcanzar 15 km de diámetro y tiene una alta densidad) o un agujero negro (si es aproximadamente 30 veces más grande que el Sol).
Las supernovas observadas más recientemente en nuestra galaxia son la de 1604 (estrella de Kepler), la de 1572 (observada por T. Brahe) y la de 1054, registrada por los astrónomos chinos y que dio origen a la Nebulosa del Cangrejo. Estos son fenómenos raros y como ocurrieron en una época en la que la tecnología no estaba tan desarrollada como lo está hoy en día (en 1054, 1572 y 1604), no fue posible estudiar estas supernovas.