El sarampión es una enfermedad infecciosa causada por el virus Morbillivirus, que se transmite de persona a persona a través de las secreciones nasales y orales expulsadas por el paciente al toser, estornudar, hablar o respirar.
La palabra “sarampión” proviene del latín ibérico “sirimpio”, utilizado para designar las lesiones bullosas de la enfermedad. El término se deriva del griego “synapi” = “mostaza”, utilizado para las lesiones irritantes causadas por un remedio local que contenía mostaza, llamado sinapismo.
El sarampión es una de las principales causas de mortalidad infantil en los países subdesarrollados de todo el mundo. En el Brasil, la mortalidad no llega al 0,5% como resultado de las campañas de vacunación y los programas de vigilancia epidemiológica.
La enfermedad es altamente contagiosa y se propaga a través de las secreciones mucosas de los individuos infectados. El período de incubación del sarampión varía entre 8 y 13 días.
Después de ese período, aparecen los principales síntomas de la enfermedad:
- Pequeñas erupciones en la piel (sarpullido) de color rojizo;
- Fiebre alta (más de 38,5ºC);
- Dolor de cabeza;
- Malestar;
- Inflamación de las vías respiratorias;
- Tos productiva.
No existe un tratamiento específico para el sarampión, por lo que la terapia sólo tiene como objetivo aliviar los síntomas. El sarampión es más grave cuando afecta a adultos, mujeres que están amamantando y niños desnutridos.
La vacuna es la forma más eficaz de prevención del sarampión y debe administrarse a los niños a partir de 1 año de edad.