Plenitud significa completo, completo o lleno. Es el estado de lo que se ha hecho en su totalidad, que ha alcanzado la máxima evaluación o medida.
En Filosofía, el “Principio de Plenitud” fue estudiado por el historiador americano Arthur Lovejoy, en su famosa obra de 1936: “La Gran Cadena del Ser”, basada en las ideas de Platón, en la que afirma que el universo es completo (pleno), porque está compuesto por una máxima diversidad de formas, en la que todas las formas posibles se hacen actuales.
“Plenitud” es una colección de poemas del escritor mexicano Amado Nervo, que fue publicada en 1918. En esta obra, el autor busca la perfección y la plenitud espiritual, y revela una vena mística de alguien que experimentó la sed del alma en un diálogo silencioso con Dios. Amado Nervo se dirige al Dios desconocido con sincera humildad: “No soy demasiado sabio para negarte, Señor, y basta con abrir los ojos para encontrarte.
Plenitud de Dios
En el sentido espiritual y religioso, hablamos de la plenitud de Dios, que consiste en la aceptación de los preceptos divinos para la redención del alma humana. A través de Jesucristo, que posee la plenitud divina, el hombre también alcanza el estado de plenitud y satisfacción continua.
En la oración del Apóstol Pablo por los Efesios, desea que ellos puedan “conocer el amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”. (Efesios 3:19)
Defensa completa
En la ley, el concepto de “plenitud de defensa” surge cuando el individuo acusado tiene el derecho de ejercer la defensa propia a través de un interrogatorio, con la asistencia de un abogado calificado.
También en el derecho, el “Principio de la integridad del ordenamiento jurídico” establece que el ordenamiento jurídico es completo, pleno, sin lagunas, porque se supone que tiene sus propios instrumentos esenciales para poder remediar cualquier deficiencia que surja en el ejercicio de la actividad.