La homeopatía es un método de tratamiento que consiste en administrar dosis mínimas de la droga al paciente para evitar la intoxicación y estimular la reacción orgánica.
Fue creado en 1796 por el doctor alemán Samuel Hahnemann, basado en la Ley de los Similares, citada por Hipócrates en el año 450 a.C. Según esta ley, las personas similares se curan a sí mismas por sus semejantes, es decir, para tratar a un individuo enfermo es necesario aplicar un medicamento que, cuando se aplica a alguien sano, produce los mismos síntomas que presenta el paciente.
La palabra “homeopatía” tiene su origen en el griego homoispathos, donde homos = similar y pathos = sufrimiento, enfermedad.
La homeopatía llegó a Brasil en 1840 traída por los franceses, pero sólo en 1980 fue reconocida como una especialidad médica por la Asociación Médica Brasileña (AMB) y al año siguiente por el Consejo Federal de Medicina (CFM). En 1996 el Consejo Federal de Medicina Veterinaria también reconoció la homeopatía como una especialidad.
Para ser homeópata, el profesional especialista en homeopatía, es necesario tener una licenciatura en Medicina, Medicina Veterinaria, Farmacia u Odontología.
Medicamentos homeopáticos
La preparación de los medicamentos homeopáticos se realiza a partir de sustancias extraídas de la naturaleza (minerales, plantas o animales), de las que se conoce previamente su potencialidad curativa, mediante la experimentación en el hombre sano.
Estos fármacos se someten a técnicas específicas de dilución y dinamización, tratando la enfermedad por similitud, es decir, lo que es capaz de producir la enfermedad también es capaz de curarla.
El proceso de dilución seguido de agitación se denomina “dinamismo”, del griego dynamis, que significa “fuerza”, porque a través de este proceso es posible despertar en la sustancia la capacidad de actuar sobre la fuerza vital del organismo vivo.
Hahnemann, al principio de sus experimentos, comenzó diluyendo las drogas y descubrió que cuanto más las diluyera, más se minimizaban las reacciones indeseables.
También observó que diluyendo las sustancias sucesivamente y agitándolas varias veces, siempre obtenía mejores resultados, alcanzando así las dosis mínimas. De esta manera, se reduce la toxicidad de las sustancias y aumenta su potencial de curación.