Observar barcos es una expresión popular del idioma portugués que significa ser engañado, engañado, ver sus expectativas frustradas y ser decepcionado.
Una expresión equivalente en inglés sería “left high and dry”.
Mira el siguiente ejemplo de la expresión “mirar barcos” usada en una frase: “Dijo que me llevaría a la fiesta, pero no apareció y miré los barcos”.
Origen de la expresión
La expresión “quedarse y ver barcos” surgió en Portugal y hay algunas historias que pueden explicar su origen. En la época de las grandes navegaciones y descubrimientos, muchos portugueses se quedaron en Lisboa, en una colina llamada Alto de Santa Catarina. Para algunos autores, eran armadores que esperaban las carabelas que venían de los continentes de ultramar, trayendo diversos tesoros; para otros, eran Sebastianistas que creían en el regreso de D. Sebastião, rey de Portugal, que desapareció en África en la batalla de Alcácer-Quibir en 1578. El pueblo portugués se negó a creer en la muerte de su rey y por eso era común que la gente se quedara en el Alto de Santa Catarina, en Lisboa, para esperar al rey. Es cierto que D. Sebastião nunca regresó, y por eso esta gente se quedó a ver barcos, es decir, se decepcionaron porque lo que esperaban no se cumplió.
Una explicación muy similar es que en ese momento las mujeres se quedaban en casa, esperando a sus maridos que habían zarpado con los barcos. Después de mucho tiempo, las mujeres observaban los barcos que llegaban a los puertos para encontrar a sus maridos, a menudo sin éxito. Entonces surgió la expresión: Estaba observando los barcos, es decir, estaba esperando algo que no llegó.
La tercera explicación revela la expresión “vigilar los barcos” en el sentido de ser engañado por alguien. En 1492 se determinó que los judíos que no se convirtieran al catolicismo tendrían que dejar España a finales de julio. Miles de personas se mudaron a Portugal. El matrimonio del Rey Manuel con Isabel, hija de los Reyes Católicos, le llevó a aceptar la demanda española de expulsar a todos los judíos que vivían en Portugal y que no se habían hecho católicos, en un período de enero a octubre de 1497. El Rey Dom Manuel necesitaba a los judíos portugueses porque representaban a toda la clase media y la fuerza de trabajo, y también eran una gran influencia intelectual. Si Portugal los expulsara como lo hizo España, el país tendría que enfrentar una gran crisis. Sin embargo, Dom Manuel no tenía ningún interés en expulsar a esta comunidad.
El rey de Portugal esperaba que al retener a los judíos en el país, sus descendientes quizás se convirtieran en cristianos como resultado de la influencia de la cultura católica en Portugal. Para que esto ocurriera, tomó medidas extremadamente drásticas, incluso ordenó que los niños menores de 14 años fueran arrebatados a sus padres para que se convirtieran. Luego fingió fijar una fecha de expulsión en Pascua. Cuando llegó la fecha para el embarque de los que no aceptaban el catolicismo, declaró que no había suficientes barcos para llevarlos y ordenó un bautismo masivo de los que estaban reunidos en Lisboa esperando el transporte a otros países. El día señalado, todos los judíos estaban en el puerto esperando los barcos que no llegaron. Todos fueron convertidos y bautizados. El rey declaró entonces: no hay más judíos en Portugal, todos son cristianos (cristiano-nuevos). Muchos fueron arrastrados a la pila bautismal por la barba o el pelo. De este evento surgió la expresión: “se quedaron a ver barcos”, porque habían sido engañados.