El dengue es una enfermedad infecciosa febril causada por un virus y transmitida por la picadura del mosquito hembra Aedes aegypti, el principal vector de la enfermedad.
La palabra “dengue” es de origen español y significa “mañana” o “melindre”, refiriéndose al estado en que el individuo está enfermo.
El agente etiológico (causante) del dengue es un arbovirus (virus transmitido por un insecto) del género Flavivirus, que pertenece a la familia Flaviviridae. Hay cuatro variaciones o serotipos: Den-1, Den-2, Den-3 y Den-4.
La enfermedad es típica de las zonas tropicales y subtropicales, donde las condiciones ambientales favorecen el desarrollo del mosquito. El dengue se da en todos los continentes excepto en Europa, donde los brotes de la enfermedad son muy raros.
Tipos de dengue
Hay dos formas o tipos de dengue: el clásico y el hemorrágico.
Dengue clásico
Es la ocurrencia más común de la enfermedad, presentándose en una forma más ligera. Los síntomas pueden sentirse durante aproximadamente 6 días y los principales son: fiebre, dolor de cabeza, dolor en el cuerpo, en las articulaciones y detrás de los ojos, náuseas y vómitos.
Los síntomas del malestar pueden durar unos días más pero, si se trata, la enfermedad tiene cura y no supone ningún riesgo para la vida del paciente. Normalmente el dengue clásico tiene una evolución benigna y raramente causa la muerte del paciente.
Sin embargo, es importante estar atento: como se presenta en una forma más leve, la enfermedad se confunde a menudo con una gripe, lo que puede retrasar el diagnóstico y el inicio del tratamiento.
Dengue hemorrágico
También se llama fiebre hemorrágica del dengue o síndrome de shock del dengue y es la forma más grave de la enfermedad. Causa cambios en el proceso de coagulación de la sangre del paciente y si no se trata adecuadamente puede llevar a la muerte.
Además de los síntomas comunes de la fiebre del dengue clásico, hay una tendencia a la hemorragia, dolor abdominal intenso, piel pegajosa, pálida y fría, agitación, somnolencia y dificultad para respirar.
Si no se trata adecuadamente, la enfermedad puede causar algunas complicaciones, llamadas síndrome de shock del dengue. Estas complicaciones pueden implicar confusión mental, pérdida de conciencia, deshidratación grave y dificultades cardíacas y respiratorias.
Transmisión del dengue
La transmisión del dengue se produce a través de la mordedura del Aedes aegypti. Después de picar a una persona infectada el mosquito es capaz de transmitir el virus después de 8 a 12 días de incubación. El período de incubación del dengue en la persona infectada puede variar entre 3 y 15 días.
Aedes aegypti – el mosquito que transmite el virus del dengue
La transmisión mecánica del virus también puede ocurrir, cuando se detiene la picadura y el mosquito se alimenta inmediatamente de un huésped susceptible que esté cerca.
La transmisión no se produce por contacto directo con el paciente o sus secreciones, ni siquiera a través del agua o los alimentos.
Síntomas del dengue
El dengue tiene varios síntomas que pueden indicar que el paciente tiene la enfermedad. Algunos pueden variar según el tipo de dengue (clásico o hemorrágico). Los principales síntomas son:
- Fiebre alta (más de 39ºC)
- Dolor de cabeza
- Dolor corporal y articular
- Vómitos y náuseas
- Somnolencia
En algunas situaciones el paciente también puede presentar:
- Sangrados (nariz, encías, ojos)
- Dolor abdominal
- Dificultad respiratoria
- Cambio en el color de la orina
Es importante que la persona que presenta estos síntomas evite la automedicación. Se recomienda encontrar rápidamente un centro de atención médica para obtener un diagnóstico correcto y recibir el tratamiento más adecuado.
Tratamiento de la fiebre del dengue
No existe un tratamiento específico para el dengue, y las medidas terapéuticas adoptadas sólo tienen por objeto mantener el estado general del paciente y aliviar los síntomas.
En los casos de dengue clásico las recomendaciones son: descanso, alimentación ligera y toma de líquidos para evitar la deshidratación. Estas medidas son importantes para asegurar la rápida recuperación del paciente.
Medicamentos no indicados en el tratamiento
El uso de drogas derivadas del ácido acetilsalicílico utilizadas para combatir el dolor y la fiebre está contraindicado, ya que pueden causar hemorragias.
Por la misma razón, el uso de algunos medicamentos antiinflamatorios (no hormonales) también está contraindicado.