La angustia es la sensación psicológica que se caracteriza por la asfixia, la opresión en el pecho, la ansiedad, la inseguridad, la falta de humor, y con resentimientos aliados a algún dolor.
En el campo de la psiquiatría, la angustia se considera una enfermedad y debe ser tratada.
Para la psiquiatría, la angustia puede ser un síntoma de depresión. Sin embargo, no todas las personas con angustia periódica deben considerarse depresivas. Esta sensación también puede significar una manifestación de ansiedad, por ejemplo.
La angustia también puede estar vinculada a causas psicológicas, como un trauma complejo y traumático en entornos familiares represivos o estresantes.
La angustia sólo se considerará una enfermedad cuando surjan otros síntomas asociados, como la falta de concentración, la tristeza permanente, la inquietud, los pensamientos negativos, etc.
Las personas que presentan angustia y no tienen un seguimiento profesional desarrollan otros trastornos emocionales, como fatiga física y mental, comportamiento inapropiado y baja autoestima.
La angustia es una emoción que se adelanta a un acontecimiento, una circunstancia o que se produce como consecuencia de recuerdos traumáticos.
La angustia también puede ocurrir en estados paranoicos, donde la percepción de la realidad se distorsiona.
Entre los pueblos de la antigüedad, los griegos trataron de combatir la angustia creando una sociedad basada en el principio del equilibrio, es decir, nada más, como una forma de combatir los instintos humanos y las pasiones naturales.
Así, surgieron las tragedias griegas que, como un arte de representación y apariencia, nos pone en contacto con toda la tragedia y la angustia de la existencia.
Algunos filósofos dicen que la angustia surge en el momento en que el hombre se da cuenta de su condena a la libertad, por lo que se siente angustiado ya que sabe que es el dueño de su destino.
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